¿Cómo entender a mi hijo adolescente?
En muchas ocasiones nos preguntamos qué le sucede a mi hijo adolescente. Hay veces que parece un niño pequeño, y nos recuerda a esos momentos en los que jugábamos con él y en otros no quiere ni que nos acerquemos. Eso es normal y lo que quiere decir es que nuestro hijo ha entrado en otra etapa diferente de crecimiento. La adolescencia.
Hay una tarea básica que un adolescente tiene que cubrir antes de volverse un joven adulto: desarrollar un sentimiento de identidad, de pertenencia a un grupo diferente a sus padres. Un adolescente sabe que sus padres le quieren pero no sabe si es merecedor del cariño de otras personas, y esto es muy importante para su desarrollo como persona en el mundo. Esto se dificulta si no siente tampoco el cariño de sus padres (aquí hablamos de negligencia y abandono).
Si los adolescentes se caracterizan por algo, es por la necesidad continua de probar cosas diferentes, parece que actúan y después, de vez en cuando, piensan.
Esto tiene una explicación muy razonable.
Cuando nacemos primero probamos a hacer cosas y después si nos salen bien las repetimos, muchas veces, sin entender bien el qué hacemos. De la misma manera una niña o un niño juegan a ser médica/o, enfermera/o o bombera/o, sin saber qué es pero probando si se sienten a gusto o no. El adolescente para aprender hace lo mismo. Primero prueba algo, ve si se identifica con este algo o no y después lo repite hasta que esto ya no le llama la atención. Donde los padres pueden ayudar es en este cambio.
El adolescente como ser espontáneo que es, prueba y esto es muy importante para el desarrollo de su persona. De ahí que haya que darle la libertad para equivocarse y también cambiar de parecer si no le gusta. Es perjudicial protegerle demasiado y no dejarle que aprenda de sus errores. Y también es perjudicial el que tras realizar un acto varias veces consideremos que su vida ya está decidida en esa vía. Por ejemplo, porque un día pruebe un porro, no es un drogadicto. El problema es si nosotros le ponemos ese apelativo y cuando quiere dejar de fumarlo le recordamos continuamente el día en el que fumó. Aquí seguramente no se sienta entendido.
La otra cara de la moneda es que muchas veces los adolescentes en su necesidad de probar y probarnos se saltan los límites para saber hasta donde llegar. Aquí es importante que utilicemos las normas y prohibiciones. Por ejemplo, no dejarle salir un sábado porque se saltó una clase. Eso sí, estas normas es mejor que sean tasadas antes de que desobedezcan, porque en caliente siempre es más difícil poner un castigo que después se pueda cumplir.
En resumen, una norma básica para un padre es “saber decir sí”, pero también “saber decir no”. El punto de inflexión está en función del sentido común, siempre y cuando éste no se rija por el miedo (miedo a que le pase algo, miedo a que se enfade…).
La otra característica del adolescente es que es una etapa en la que necesita desarrollar una identidad diferente a la de sus padres y de ahí que necesite separarse de ellos, de vez en cuando de una manera muy drástica. Es importante que sepa que se le quiere igual y que se le da espacio para que crezca. Hay que recordar que la necesidad de cariño que tiene es la misma que tenía cuando era niño aunque ahora no se vea capaz de demostrarlo.
Por lo tanto, esta separación es básica, y se manifiesta en un mayor acercamiento a sus amigos, donde busca su identidad. De ahí, que comience a hacer lo que hacen sus amigos. Necesita solidarizarse con las ideas del grupo y sus valores por lo que es importante darle el espacio necesario para ello. Por ejemplo, si ahora sólo quiere vestir de negro dejarle… eso sí, sabiendo que el que le apoyes es que muchas veces le pongas límites.
Esta separación también se hace necesaria porque en donde el adolescente aprende su lugar en el mundo es en las conductas que los demás tienen con él y ahí es donde se conoce más a sí mismo y decide cuál es el sitio en el que quiere encontrarse. El apoyo de los padres está en que si la imagen que los demás le devuelven de sí mismo no le gusta que sepa que no es definitivo y que puede cambiarlo cuando quiera; porque esta imagen que nos devuelven los demás no es estática. Por ejemplo, hoy le pueden ver como el bromista y mañana como el intelectual.
Por lo tanto, para acabar decir que el adolescente vive en un estado entre la adultez y la niñez, ensayando distintas maneras de estar en el mundo, y la responsabilidad de los padres está en entender esto y apoyarle de la mejor manera posible tanto en los límites como en la libertad.